En la filosofía moral occidental, la ética generalmente es considerada como el estudio de las cuestionantes más difíciles y sutiles de la conducta y valores humanos; pero carente del conocimiento del alma como la fuente de todos los atributos y cualidades virtuosas ¿dónde se encuentra el punto de partida para la fuente de las medidas?
En la filosofía moral oriental, la doctrina de la ética está construida sobre el enfoque de la ley de la inofensividad, la cual es reconocida como una expresión inevitable del resultado de comprender la naturaleza interdependiente de la existencia y las consecuencias de una serie interminable de causas y efectos.
Ahora, el significado subyacente del griego ethos es “disposición personal”. Pero etimológicamente proviene de prehistórico indo-europeo swedh-, una forma compuesta del pronombre reflexivo swe- “uno mismo” y dhè- “poner”, (de donde proviene hacer) i.e., “poner uno mismo” o “hacer uno mismo”.
Ahora, la referencia académica de que ella tenga orígenes prehistóricos indo-europeos, inmediatamente alerta a la mente del estudiante de los Misterios sobre más pistas indicadas en los orígenes “hindúes”. Esta palabra, la raíz de la palabra “ética” parece haber sido derivada originalmente del idioma raíz de esta actual quinta raza raíz , la cual es sánscrito, y evolucionó en su mezcolanza con los idiomas de las ramificaciones de la raza y, en este caso, la quinta raza (la europea), rama de la quinta raza raíz.
Por lo tanto, es bastante lógico proponer que swe es un derivado del sánscrito sva – que significa el yo como Alma, el Yo, y de esto surgen muchos derivados compuestos tales como la doctrina esotérica del svabhavat, el cual, estando demasiado involucrado como para ingresar a un discusión prolongada, aquí puede ser simple e inadecuadamente expresada como un proceso de llegar a ser alma, i.e., el alma llegando a ser lo que ya es; y evolucionando, desarrollando al Yo a través de una serie de emanaciones.
El otro compuesto, dhê es un derivado de una serie de palabras sánscritas compuestas que comienzan con el sonido aspirado de la “d-(h)” dha- formando palabras que tienen tipos similares de significados o implicaciones. Así tenemos:
Dhanus – que es el nombre sánscrito para el signo Zodiacal conocido como Sagitario, el Arquero que apunta la flecha de la mente hacia su meta.
Dharana – que es el sexto en la enumeración de las ocho etapas del yoga, significando concentración perfecta de la mente.
Dharma – que significa aquello que está decretado, i.e., Ley, (lo cual más precisamente concierne a la ley que gobierna los propósitos y la acción del grupo) y que en el budismo representa la doctrina ética prescripta en sus preceptos.
Dharma-sastra – que significa un libro de leyes y también se aplica a escrituras sagradas tales como el Manava-dharma-sastra, que significa las Leyes del Manú. Aquí también se debe notar que una de las T.LL.MM. ubicadas sobre los altares de los Templos Masónicos también es llamado algunas veces el Libro de la Ley.
Dharmakaya – lo cual traducido literalmente significa el cuerpo de la ley. Designa la vestidura (átmica) en la cual un Iniciado perfeccionado ingresa a una condición de conciencia universal, habiendo cumplido la ley.
Llevando los pensamientos hacia adentro, a las raíces etimológicas de esta palabra, debería ser aparente que el verdadero árbitro de la conducta ética, por lo tanto, es el Alma misma, el poner Uno Mismo o hacer Uno Mismo. Así está implicada la acción del Yo o Alma en su propio plano en cooperación con la ley, la ley espiritual y, en obediencia a las leyes del alma, las leyes de la vida grupal. Así también la verdadera Fuente del ritmo es realmente intrínseca a la raíz etimológica de esta palabra, “ética”, aunque tal vez, permanece convencionalmente sin ser detectada como tal.
Masónicamente hablando, y tal como es ilustrado y dramatizado en los rituales ceremoniales, la acción de este yo interior, el Yo interno como el constructor interno que da forma y moldea el “material” de la piedra bruta de la personalidad – desde la iluminación del alma en el plano interno de la mente y mediante el ser externo de expresión – de acuerdo a los diseños realizados sobre la Plancha de Trazar del Plan, la conciencia espiritual.
Esta proposición revierte así el punto de vista convencional de entrenamiento ético de aquel no obstante valioso emprendimiento de “construir el carácter” como una respuesta sentida a impresiones éticas de adentro hacia afuera o de abajo hacia arriba, hacia un proceso interno por parte del alma misma de poner en movimiento causas Auto-motivadas con la intención de precipitar virtudes y cualidades externas expresadas de su modo de ser interno, requiriendo la cooperación de la personalidad.
Debe ser evidente y de interés para los estudiantes de la Sabiduría Eterna que en realidad existen dos Senderos a hollar (simultáneamente) a tener en mente constantemente. Estos son el sendero esotérico y el exotérico.
El sendero esotérico concierne a la evolución espiritual de la entidad espiritual interna (el Alma) en su propio plano de existencia. Este es el principio fundamental de todas las verdaderas Escuelas de los Misterios. La triplicidad en proceso de perfeccionamiento es la “Máscara de la Triple Cara” – la Triada Espiritual de atma-budi-manas – los Seres Perfectos velando al Uno.
El sendero exotérico concierne al desarrollo del hombre externo en su intento de cooperar y ser canal de la expresión de este Yo verdadero. Este es inicialmente hollado en las escuelas académicas y probatorias en las que se ofrece entrenamiento en conocimiento académico concerniente a la Constitución del Hombre y temas asociados, preparando así al aspecto forma de la “triple máscara falsa” de la personalidad i.e. la cual vela al alma por medio del manas inferior (o mente)- kama (emociones-deseo)-prana (cuerpo físico-etérico-vital) – para el oportuno descenso del aspecto espíritu y se expresa a sí mismo por medio de ellos como principios del ser.
Existe un punto medio a ser logrado de manera inicial entre estos dos y a ser técnicamente aplicado, el cual apunta al equilibrio de fuerzas, llevándolas a una relación correcta y poniendo al individuo bajo el control y supervisión grupal.
El verdadero iniciado opera por medio del sendero esotérico.
Los Tres Grados de la Masonería ilustran esencialmente este proceso ético de desarrollo. En realidad, ilustran y simbolizan la evolución de la conciencia Crística, el alma interna, el constructor interno, por medio de la forma. Si lo ven desde éste ángulo, los Masones entonces comprenderían o comenzarían a comprender un modo de entrenamiento mucho más profundo del que están representando. El “candidato” es realmente un símbolo de tanto el alma como de la personalidad cooperando en el proceso de este desarrollo espiritual. El “candidato” es guiado de punto a punto y de lugar a lugar hasta que llega al “lugar de luz” el cual es simbólico del centro de su ser y de la fusión entre los dos. El oficial que lo conduce por esos procesos es simbólico del propio Yo superior del candidato y este llega a ser conciente de que obedece a las indicaciones de este oficial (simbolizando a su Yo superior) de que esto o aquello sucederá y le permitirá realizar progreso mediante el Grado y el cual le enseña que si obedece las indicaciones y órdenes éticas de su alma, entonces, de hecho, se aproximará al Este y se encontrará en el lugar de luz.
Desde el punto de vista del sendero de retorno (hacia el lugar de la luz) y como un esfuerzo conjunto entre alma y personalidad, se puede proponer que los Tres Grados esenciales del Taller ilustran tanto la evolución del Alma por medio de la forma y la “condición del material”, la personalidad, por medio del cual el Constructor interno tiene que trabajar.
- A.I. – El alma ingresa a la forma pero el material se encuentra aún “bajo probación” y a menudo no es confiable (desde el punto de vista del alma) en su respuesta a la dirección del alma. Pero el trabajo de preparar a la piedra para que sea apta para que el Constructor la utilice no obstante procede y, la “piedra bruta de la personalidad” es trabajada de acuerdo a los modos éticos de entrenamiento y ser. El hermano coloca una piedra dentro del Templo.
- C.d.T. – El “material” se encuentra bajo disciplina, llegando a ser más confiable, dependiente, desarrollando habilidades y refinando su instrumento para expresar trabajo creador a lo largo de líneas de una conducta verdaderamente ética y que se encuentre motivado por el Alma y aprendiendo cómo tomar su lugar como un artesano hábil dentro del Templo del Señor en servicio al Plan. Cada vez más se pone bajo la supervisión y dirección del grupo con el cual su conciencia está llegando a estar crecientemente fusionada con los propósitos de su Logia como un todo y por lo tanto, se propone demostrar que de verdad es una piedra apta para ser colocada en la construcción y que ahora se ubica como una columna de apoyo mutuo dentro del Templo del Señor.
- M.M. – El “material” está completamente lleno de luz, o más bien, aquello que siempre fue resucita de la casa-prisión de la forma y la luz que antes el material velaba, pero que siempre constituyó su esencia (ya que luz y sustancia son términos sinónimos) se libera; los dos son uno y el ser espiritual se levanta. El triunfante, liberado, ha colocado dentro del Templo del Señor un puro resplandor que aumenta la luz que siempre resplandece desde el Este.
Es en esta luz que uno de los principios mayores o notas clave de la Masonería – la inmortalidad – debe ser comprendida como un aspecto del viviente, amoroso ser espiritual y no como un fin en sí mismo. El principiante en el sendero puede proponerse como un “alma inmortal” y revelar así su punto de vista dual. El Iniciado dice “Yo soy la vida misma, y por lo tanto, soy inmortal”.
Sin embargo, aquello que está constantemente simbolizado a lo largo de los dramas Masónicos esenciales es que todos estamos ligados por karma (la ley de causa y efecto) debido al hecho de haber tenido nuestro ser en uno u otro (o en varios simultáneamente) de los planos físico cósmicos dentro de “Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Este es nuestro Logos en manifestación. Pero para el alma en su propio plano, esta ley del karma es la Ley de la Causalidad Ética.
Si el amor – como una ley – no es aparente como tal para la conciencia de mente material, entonces la Ley del Karma con mayor certeza lo es, ya que también es la Ley de las Formas y todos nosotros ciertamente experimentamos los efectos o repercusiones de estar ligados por formas, y estas pueden ser las formas físicas-fenoménicas, las formas de las emociones y los pensamientos forma. Esta Ley del Karma, la Ley de las Formas es la gran ley que mide la cualidad vibratoria del motivo que lleva a la acción en contra de la vibración básica de este Sistema de Amor, y ajusta el balance, medida a medida, hasta que el equilibrio entre alma y forma se logre. La Ley de la Causalidad Ética, por lo tanto, es el Gran Ajustador y como una Existencia Eterna, es interdependiente de la Vida y del Ser mismo.