Existen dos afirmaciones básicas que predican sobre la Masonería misma; una es una afirmación de la Masonería sobre sí misma que es común a la mayoría de las Fraternidades Masónicas. La otra es una afirmación más enfática que generalmente no es conocida o menos aún aceptada incluso por los Masones mismos, pero es la que nosotros, en AUM, vemos como igualmente válida y dinámica y que, oportunamente, tal vez llegue a ser más ampliamente aceptada a medida que se realice el progreso en el conocimiento y comprensión Masónicos.
La afirmación más dominante y común de la Masonería sobre sí misma y que alude a sus bases epistemológicas es:
Un sistema peculiar de moralidad velado en alegoría e ilustrado por símbolos.
Una afirmación más enfática sobre la Masonería, concerniente a su modo ontológico es:
El custodio de la ley; el asiento de la iniciación; el hogar de los Misterios
Ambas afirmaciones son muy interesantes y se consideran en la siguiente discusión.
Un sistema peculiar de moralidad velado en alegoría e ilustrado por símbolos.
La aseveración de que la Masonería es tal o cual cosa, postula la existencia su ser siendo tal y cual cosa y de algún modo establece el predicado para una búsqueda epistemológica sobre el cual se puede lograr un conocimiento definido concerniente a la prueba de su ser.
El latín mos “costumbre” es el punto de partida para la familia de palabras de “moralidad”. Su adjetivo moralis fue derivado, según algunos, como una traducción directa del griego ethikos “ética”, para denotar “conducta típica o apropiada de los seres humanos en sociedad” y fue apropiado por varios idiomas en el siglo catorce. La definición convencional ha llegado a significar “de, o relativo a los principios de conducta correcta o incorrecta” e implica conformidad a códigos sancionadores establecidos
Ahora, de acuerdo a la jurisprudencia Masónica convencional se ha propuesto que la primera clase de infracciones Masónicas, haciendo a sus perpetradores sujetos a la jurisdicción Masónica, sean ofensas en contra de la ley moral. Así rezan los antiguos Cargos de 1722: “Todo Masón está obligado por su ocupación a obedecer la ley moral”.
Los antiguos estructuristas de las constituciones Masónicas durante la llamada “Era Humanista” definieron esta “ley moral” como la lex naturae, la “ley de la naturaleza”. Ahora, esta “ley moral” no debe ser considerada como confinada a los Decálogos de Moisés, dentro los cuales los escritores eclesiásticos técnicamente los restringen con límites estrechos, o limitando los puntos de vista convencionales sobre la moralidad que todas las religiones enfatizan correctamente y que las sociedades civilizadas han adoptado, debido a que si son confrontadas con las aseveraciones ontológicas de la Masonería, las implicaciones epistemológicas aluden a algo mucho más profundo.
Una ley universal, cuando es adecuadamente reconocida, es de hecho una selección apropiada del gobierno de una institución cuya característica prominente es su universalidad. Por lo tanto, estas características han sido propuestas como un criterio distintivo con el cual definir (caracterizar) lo definido – ley (aquello que es caracterizado) – con una definición: Las tres características deben cumplir los requisitos de inclusión mutua en lo definido, la ley universal, si puede ser designada como tal. Estas tres características son:
- Es eterna, lo que significa que debe haber sido aseverado que siempre existió.
- Es universal, lo que significa simplemente que todo el género humano de cada país e inclinación religiosa, están sujetos a ella.
- Es inmutable, lo que implica que es inalterable.
Se puede decir que probablemente existen muchas leyes que caen bajo este criterio de las cuales el género humano no sabe absolutamente nada, ya que una de las definiciones de “ley” es que concierne al “impacto de una Vida mayor sobre las vidas menores dentro su ser”, entonces se debe admitir que existen muchas fuerzas e impactos a los cuales está sujeto el género humano, la fuente de las cuales él es enteramente ignorante y contra las cuales su pequeña voluntad es impotente.
De acuerdo a la Sabiduría Eterna las Leyes de la Naturaleza son impuestas sobre las masas y no pueden ser evitadas. Si estas leyes se rompen, infringen o evaden, conllevan su propia penalidad kármica y esto tampoco puede ser evitado. Estas grandes leyes protectoras tienen la intención de resguardar a las personalidades mediantes las cuales el alma encarna y finalmente cimientan y favorecen todas las relaciones mayores posibles. El individuo pasa del estado de antagonismo (como individuo) al control de estas leyes naturales aunque divinas, a un reconocimiento de su inevitabilidad y sabiduría. Ellas entonces, lo controlan automáticamente.
Cuando este control de las Leyes de la Naturaleza se ha completado, la persona se convierte en un aspirante y comienza a ponerse bajo las Leyes del Alma, las cuales son las leyes que conciernen principalmente al establecimiento de la gran Hermandad del Universo. En realidad a estas leyes aluden las alegorías, simbolismo y representaciones dramáticas de la Masonería. Es aquí donde las líneas se han vuelto borrosas y confusas. Las lecciones morales iniciales de la construcción del carácter y las disciplinas a las que la personalidad tiene que someterse cuando se pone bajo la influencia del alma, han sido interpretadas como implicando las Leyes del Alma, pero sin tener que ver con los insignificantes asuntos de la personalidad sino con el reconocimiento creciente de las correctas relaciones grupales. Esto último se basa en una comprensión creciente del modo de trabajo de la Gran Logia en lo Alto y sus interrelaciones.
Las Leyes de la Naturaleza, por lo tanto, conciernen a las actividades del alma en la forma y son obligatorias y aceptadas en las formas de la naturaleza. Las Leyes del Alma conciernen a la vida del alma en su propio plano y la relación que el alma y la personalidad mezcladas aprenden a establecer con otras almas y con la Gran Logia en lo Alto (para emplear nomenclatura Masónica para la Jerarquía Espiritual). Estas se obedecen voluntaria y conscientemente y no son aceptadas simplemente por ser obligatorias y forzadas sobre la persona por la fuerza de las circunstancias, experiencia y evolución. Tienden a producir relación creciente entre la Jerarquía de Almas y la Humanidad como un todo, entre el gran centro planetario que es custodio del principio de amor (la Gran Logia en lo Alto) y el centro planetario, la humanidad, la cual nutre y distribuye la energía de la mente.
Al aceptar las leyes de la naturaleza y obedecer las leyes del alma, el iniciado y “maestro exaltado” oportunamente pasa a la fase dinámica y positiva de comprensión donde puede manejar la Ley de la Vida. Pero no vamos a discutir esta fase ya que se halla más allá de nuestra presente consideración.
Todos los factores anteriormente mencionados conciernen a tres tipos de leyes en general y a las Leyes del Alma en particular (una pista de la Ley de la Vida) son ilustrados, alegorizados y simbolizados en las representaciones Masónicas.
Ahora, la Masonería se describe a sí misma como “un sistema peculiar de moralidad…etc.”
La etimología subyacente a peculiar, proviene del latín peculiaris “de propiedad privada” un derivado de peculium “propiedad privada”, que a su vez vino de pecus “ganado” y por lo tanto “riqueza” (la fuente de la palabra pecuniario). El significado inicial subyacente a peculiar era que pertenecía “a uno solo” y llegó a incluir “distintivo”, “que pertenece exclusivamente a una persona o grupo”. El desarrollo del significado del adjetivo de “que pertenece a uno solo” a “diferente de lo usual o normal” hasta “extraordinario o extraño” tuvo lugar en el latín.
El uso inicial de la palabra en la descripción Masónica de sí misma, por lo tanto, implica que la Masonería se diferencia como algo único, no en el significado del desarrollo posterior de esta palabra como “extraño”, sino que la Masonería es el custodio de propiedades o recursos distintivos en la forma de sus enseñanzas morales y espirituales los cuales están reservados para sus miembros. Si esta idea es llevada hacia adentro hacia aquello de lo cual la Masonería es custodio – la Ley, los Antiguos Misterios y el Asiento de la Iniciación – entonces tales conciencias participantes son la “propiedad privada” o “características distintivas” de sus miembros que son concientes de estos significados más profundos, ya que tales conciencias son “diferentes de las conciencias usuales o normales” y no están limitadas por la costumbre convencional.
Sistema viene del latín tardío systema, el cual proviene literalmente del Griego systémat, systéma, de synistanai, que significa “combinar” – syn “con, junto” además histanii “causar permanencia”, i.e., “permanecer juntos”. La definición común del diccionario es suficiente para inferir implicaciones Masónicas de “una interacción regular o grupo interdependiente de puntos que forman un todo unificado”; “un grupo de cuerpos que interactúan bajo la influencia de fuerzas relacionadas”; “un conjunto de sustancias que están o tienden a estar en equilibrio”.
Moralidad es un derivado de la versión no-plural (morali-ties) y de hecho es una doctrina o sistema de conducta moral. Es pertinente a un discurso o lección moral, un trabajo literario u otro de tipo imaginativo que enseña “lecciones morales”.
Aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes y donde la naturaleza más profunda de la Masonería ingresa y donde quizás la controversia o el desconcierto surgen. Si la Masonería es un “sistema peculiar de moralidad…”entonces no puede ser limitada como una orden fraternal donde la moral convencional es enfatizada o enseñada de acuerdo a la costumbre convencional, ya que eso no la haría única, i.e., “peculiar”. La doctrina o sistema de conducta moral, de la cual es la custodia, por lo tanto, debe implicar algo más distintivo si debe caracterizar la “propiedad privada” de sus miembros y de hecho es, no obstante todas las costumbres convencionales de la “moralidad” civilizada que la Masonería reprende, custodia de una enseñanza más profunda.
Es aquí donde la segunda parte de la afirmación de que la Masonería es el “Hogar de los Misterios” entra en consideración. ¿Qué son los Misterios y porqué la Masonería es considerada como el “Hogar de los Misterios”? Los “Antiguos Misterios” se refieren a ese cuerpo de enseñanzas que han existido “desde tiempos inmemoriales” relativo al más verdadero propósito espiritual para la existencia de la humanidad y el cual delinea la meta a ser buscada, los objetivos y razones para el propósito del alma por medio de la forma, las etapas secuencias de las disciplinas a ser aplicadas a uno mismo en la búsqueda de lograr esos objetivos y, en escala mayor, relativa al todo Macrocósmico, a las relaciones de la parte (individuos y humanidad misma) con el todo y del todo con la parte, a las relaciones que existen dentro de ese Todo – grupo a grupo y entre Entidades mayores y, es así que la gran disertación sobre los propósitos de la existencia, los porqués, donde, como y adonde, son resumidos en la nomenclatura de la Sabiduría Eterna como el Plan.
Para resumir, estos Antiguos Misterios fueron originalmente dados a la humanidad por la Gran Logia en lo Alto y contienen la pista completa para el proceso evolutivo, oculta en números, en ritual, en palabras y en simbología; esto vela el secreto del origen y destino del hombre, representando, en rito y ritual, el largo, largo sendero que debe hollar, hasta volver a la luz.
Mediante el trabajo de grado de la Masonería y, principalmente mediante sus Tres Grados, su aspecto único es que estas Enseñanzas, concernientes al individuo y a nuestros propósitos espirituales colectivos (si bien es cierto que de algún modo están diluidos en la forma pero “velados en alegoría e ilustrado por símbolos”) han sido preservados por medio de dramatizaciones de su trabajo ceremonial ritualista y mediante su desarrollo secuencial y evolución de grado a grado – y aquí nos referimos principalmente a los Tres Grados del Taller, además de la Marca y el S.A.R, y por lo tanto a cinco ceremonias o grados de importancia esencial. Algunos de los llamados grados superiores (tales como aquellos del Rito Escocés) pueden ser considerados como extensiones y elucidaciones de los tres grados de la Logia Azul. Se los puede considerar como decorativos, pero personificando también alguna enseñanza y algún aspecto del desarrollo que es necesario en relación a los tres grados verdaderos. Lanzan luz sobre ellos y en sus grupos agregados producen aquella perfección, aquella iluminación y aquella exaltación que yace encima de cada candidato a la comprensión espiritual. Por esa razón y debido al valor de su enseñanza, estos rituales y ceremoniales garantizan la investigación y la interpretación. Algunos de los grados superiores tienden a llevar gloria al sublime tercer grado y a producir una comprensión más clara de los cambios mayores que tienen lugar inevitablemente dentro del espíritu humano cuando la oscuridad de la tumba se ha superado, el proceso de la muerte es conocido y . . .
En los primeros tres grados, se representa la búsqueda del individuo por luz, sabiduría y vida. En algunos de los grados superiores existen tenues alusiones alegóricas a la búsqueda universal (por el todo colectivo) en las varias formas y en las muchas tierras y mediante diversas religiones, para la revelación final para la cual la experiencia de la Logia Azul ha preparado al candidato. Indicaciones sutiles e ilusorias (aunque no tan sutiles en AUM) son ofrecidas también de aquella actividad organizada e inteligente que es llevada adelante por la Gran Logia de Maestros Masones que por años han supervisado a la humanidad y guiado firmemente a los hombres en el camino de luz. Así, algunos de los grados superiores o decorativos pueden ser considerados como esfuerzos humanos por captar e indicar la naturaleza de este servicio más elevado y las amplias posibilidades que se abren ante aquellos que han sido ingresados, aumentados y exaltados en las Logias terrestres.
En las Escuelas de los Misterios de eras pasadas, como aquellas en la India, de los Zoroastrianos, Mitraicos, Caldæanos, de Egipto y Grecia, uno de los principales métodos de entrenamiento y enseñanza (así como otros métodos) era la representación de aquellas observancias (los Antiguos Misterios) que enseñaban los orígenes de las cosas, de la naturaleza del espíritu humano, sus relaciones con el cuerpo y los métodos de su purificación y restauración a una expresión de vida superior. A pesar que las formas de este cuerpo de enseñanza relativo a la divinidad esencial del hombre se ha adaptado a la cultura y época, nada de su valor esencial se ha perdido y está así preservado para nosotros hoy en día en la Masonería moderna para aquellos que pueden verlo. De hecho, todos los sistemas de las enseñanzas de los Misterios de eras pasadas hoy desembocan en la Masonería moderna y, por lo tanto, el Masón moderno es el heredero de las eras. Tal vez es este tipo de reconocimiento inconciente el que hace que la Masonería sea juzgada por las expectativas de la humanidad en esta época, porque tal vez es percibido inconcientemente que la Masonería tiene que ponerse al nivel de sus expectativas y propósitos divinos en su servicio a la humanidad como un todo. Sin embargo, la nueva y entrante Era Acuariana verá a la Masonería alcanzar sus propósitos y responsabilidades más grandes en la entrante era que será gobernada por los dos rayos principales de la Masonería, el Cuarto y el Séptimo.
Pero un factor único del cual la Masonería ha sido y es custodia, concierne al desarrollo secuencial del progreso en el Sendero de Luz por medio de una serie gradual de logros que culminan en las cinco iniciaciones mayores de las cuales nos hablan los Antiguos Misterios: desde aquella del neófito en el Sendero, cuando el alma “ingresa” y comienza a controlar a su personalidad hasta aquella del adepto triunfante, el maestro exaltado. Esta es la meta puesta frente a nosotros espiritualmente y así la Masonería ha ejecutado una tarea vital al preservar y ser custodia del Plan en el seno de la humanidad, ya que esta nunca ha sido dejada sin un testigo de su perdurable propósito espiritual.
Así, lo que se dice (epistemológicamente) de sus preceptos morales es el predicado a ser probado respecto a sus bases de interferencia; esto es su modo (ontológico) de ser como el custodio de la ley, el asiento de la iniciación y el hogar de los misterios.
Nuestra atención es así dirigida a la que podría ser llamada la primera de las Leyes Divinas enumeradas en nuestras Constituciones de AUM: la Ley del Amor. Los Antiguos Misterios nos dicen que esta energía de amor es la cualidad primaria divina (como la Ley de Atracción) que emana del Logos de nuestro Sistema solar y que nuestro Logos (Dios) está comprometido con la tarea de superponer esta cualidad de la Vida misma (como Fuego Eléctrico, el primer aspecto de esta poderosa energía de amor) sobre la sustancia primordial kármicamente heredada de inteligencia inherente a lo largo de todo el Sistema. En la nomenclatura de los Antiguos Misterios, esta energía que emana tiene la distinción de ser de la Energía del Segundo Rayo de Amor-Sabiduría, el Rayo Divino o Vibración del Sistema, superponiéndose, mezclándose con y absorbiendo la energía del Rayo Primordial del Sistema, el Aspecto Inteligencia y Actividad Inteligente de toda sustancia, el Tercer Aspecto de la Trinidad Divina esencial del Aspecto que expresa aquello que es característico e inherente en toda la sustancia de la cual el Sistema está hecho. Además, se nos dice que el objetivo y propósito de esta mezcla y fusión es para cualificar la actividad de la sustancia inteligente con la del amor, donde el amor mismo se convierte en el poder motivador para la actividad inteligente y en última instancia, la cualidad primaria de la sustancia misma.
Por lo tanto, podemos predicar, que la verdadera fuerza moral detrás de toda actividad que busca cualificar a la conducta inteligente y estar conforme con la “correcta conducta humana” es la energía y fuerza del amor mismo, bajo el impacto de la energía de Vida emanante del Logos de nuestro Sistema, dando forma y moldeando la inteligencia humana de acuerdo a una medida relativa, evolución conciente y capacidad para responder correctamente en tiempo y espacio. El impacto de la energía de una Vida mayor sobre las vidas menores dentro de su ser corporal ha sido definido como la fuente de aquello que registramos “ley” y así se puede decir que la Ley del Amor es la verdadera ley moral no solo para nuestro Esquema planetario y por lo tanto para nuestro pequeño globo, la Tierra, sino para nuestro Sistema solar. Pero esta fuerza moral está resguardada y protegida por la Ley de Causación Ética, la Ley del Karma.
Es esta “fuerza moral” como la ley de amor, es la que esencialmente gobierna la naturaleza fraternal de la Masonería como hermandad, ya que la idea de hermandad, que debería ser más plenamente comprendida como la relación entre almas, de alma a alma y con el Alma Una, se puede decir que subyace a la doctrina espiritual de la Masonería. La verdadera hermandad de la Masonería, ilustra y simboliza por lo tanto, la relación entre almas – ya que el alma es amor y luz – y así el alma pretende expresarse en la tierra por medio de su personalidad. Así, el Plan mayor es preservado en la Masonería, ya que la meta mayor de la humanidad misma es el establecimiento, anclaje y manifestación en la Tierra de esta hermandad más grande de almas, ya que todos somos familiares, en esencia. Así será elevado el Templo de la Humanidad.
Hace dos mil años, nuestro Gran Instructor y Gran Maestro de la Logia en lo Alto dio el simple Mandamiento de amar a la humanidad, el cual, de ser mantenido, natural y automáticamente incluye a todos los mandamientos menores. El ejemplo de Su vida, expresó esta energía Logóica y la ancló en la tierra por primera vez en la historia de la raza, sino que Él también ejemplificó la Ley misma, resumida en Su expresión viviente de la Enseñanzas de los Antiguos Misterios e ilustró simbólicamente las iniciaciones por medio del drama de Su vida. Así, Él reveló la verdadera naturaleza ontológica de todos los seres humanos, con la promesa de que “todos los hombres, algún día, podrán hacer lo que Él hizo”.
De esta fundamental Ley del Amor provienen todas las consideraciones éticas y morales del arte Masónico.