Pregunta: La Masonería es inherentemente un sistema de símbolos. ¿Podría comentarnos algo acerca de la importancia de estudiar los símbolos y por qué es importante penetrar más profundamente en el mundo del significado que está velado por símbolos en general y por los símbolos Masónicos en particular?
¡Ah! Que pregunta tan cargada y difícil de hacerle justicia en unas cuantas palabras.
Símbolos y el Desarrollo de la Intuición.
¿Cuál es la importancia de estudiar símbolos? Bueno, principalmente, ayuda a desarrollar la intuición, la cual finalmente debe reemplazar a la mente en nuestro desarrollo espiritual como seres humanos. Desarrollar la intuición eleva la percepción de uno más allá del mero análisis mental hacia aquel de la percepción o conocimiento directo, a sintetizar en lugar de fragmentar y a las tendencias de reunir conocimiento del manas inferior.
¿Cómo? El estudio de los símbolos inicialmente compromete tres métodos. Primero, tenemos el análisis concreto, el cual requiere un análisis de las propiedades físicas del símbolo; ello es, por ejemplo, y como es pertinente a la observación numérica y geométrica, un análisis de las propiedades físicas de un símbolo, sus líneas, número, formaciones geométricas, tipo y cantidades, sus colores y contornos, etc.
Habiendo conseguido esto, notado apropiadamente y habiendo tomado nota, entonces uno avanza hacia la siguiente etapa, la cual requiere un análisis especulativo del significado de estas propiedades, es decir, la etapa la cual uno investiga por sí misma (a la luz de la comprensión propia) ¿qué está intentando enseñar el símbolo? Para este tipo de análisis uno se encuentra mejor equipado con un conocimiento previo del significado de números, geometría, colores, contornos, ángulos, etc. Por ejemplo, el alma, que es inmortal, tiene una aritmética, como el cuerpo tiene un comienzo geométrico. Este comiendo es auto-impulsor, es decir, el aspecto aritmético concierne a la naturaleza de la emanación del ser espiritual (ya que tiene que ver a la doctrina de las emanaciones) i.e. el uno se convierte en dos, en tres, en cuatro, en cinco, etc. (los muchos y el Uno) y, desde ese centro, se difunde por el cuerpo de todo el microcosmos. La forma geométrica da la pista de la naturaleza y propósito de la vida que mora dentro. Los números dan una pista del propósito de la vida que la forma vela.
La primera parte del análisis del símbolo tiene que ver con la observación de las propiedades físicas del mismo; es el análisis concreto, que revela la naturaleza del mundo de apariencias. La segunda parte del análisis tiene que ver con el mundo del significado; este es el análisis conceptual y tiene que ver con lo que el símbolo está tratando de enseñar. Por lo tanto, uno tiene que poseer algún tipo de conocimiento previo referente al significado de los números, líneas, colores, ángulos y contornos y sus correspondencias esotéricas, para que las verdades más profundas sean reveladas a través de la comprensión de las relaciones entre el macrocosmos como un todo y la parte microcósmica y, virtualmente todo lo que tenemos aquí para ayudarnos a conseguir nuestra salida de este laberinto, es la ley de correspondencia.
Esta ley de correspondencia siempre tiene que ver con el número y su importancia esotérica y los números nunca se rompen ya que están interrelacionados y son relativos arriba y abajo de la balanza del ser.
Las divisiones triples siempre conciernen al mundo del espíritu y del alma y, en una vuelta más elevada de la espiral, a los misterios ocultos en Sol Central Espiritual. Dentro de nuestra esfera esta división triple concierne a la importancia de los aspectos espirituales ya que son intrínsecos al ser espiritual o alma ya que conciernen al triángulo espiritual esencial de la constitución de su ser espiritual en su división triple de atma-budhi-manas.
Las divisiones septenarias tienen que ver con el mundo manifestado del fenómeno, el alma o espíritu en encarnación por lo que todo lo fenoménico en el mundo puede ser reducido o resumido en divisiones de siete en términos de sus propiedades psicológicas (o psíquicas). El triple fuego espiritual siempre se expresa – mientras impacta al mundo del fenómeno – primero a través un división triple de la luz en sus “colores” primarios y luego a través de la división septenaria, como lo ilustra la luz y tal como es refractada a través de un prisma. “Color” significa “velar” i.e. vela la luz.
Así, la conciencia de un iniciado siempre es más simple que la de un ser convencional debido a que las “matemáticas” o “conciencia aritmética” de un iniciado – la cual es la forma básica de la lógica – es siempre más simple que la complicada multiplicidad de divisiones matemáticas de la conciencia convencional.
El tercer modo de estudiar los símbolos es por medio de la percepción directa, la cual tiene que ver con el impacto inmediato y registro de energías contactadas sobre la constitución sutil, mediante los centros de energía (chakras), de todo lo anteriormente mencionado, revelando así un mundo de significaciones o ser a la percepción iluminada y sensible de la intuición. Este tercer modo es el análisis esotérico y revela la naturaleza de las energías que animan o fluyen a través del símbolo. En este modo, el registro, comprensión y análisis son todos simultáneos en una síntesis inmediata de comprensión y registro.
Pero todo lo mencionado en los párrafos anteriores solo tiene que ver con las técnicas.
El Estudio Esotérico de los Símbolos
Hablando esotéricamente, todas las apariencias de la vida en la forma no son sino símbolos de algo espiritual o vida– que fue precipitada en el ser manifestado. Debe ser comprendido que todas las apariencias manifestadas son, esotéricamente, símbolos velando una vida, la cualidad y el tipo de energía psíquica que los precipito hacia el ser. Las observaciones de las formas de lo que llamamos “vida” y sus existencias animadas no son otra cosa más que símbolos velando una vida esencial que las vitaliza y aparece a través de ellos, pero persiste separada de ellas. Debemos recordar, sin embargo, que cuando hablamos y pensamos en símbolos, estamos poniendo algo entre nosotros mismos y la realidad – algo protector, interpretativo e importante, pero sin embargo, algo que vela y esconde.
Un símbolo, por lo tanto, primero vela y luego revela la verdad de una “idea” – siendo la verdad algo relativo. Nuestra atención es dirigida hacia la verdad de esta idea para comprender la vida. La luz no es sino un síntoma de vida y la luz y la vida se puede decir que son términos sinónimos, pero la vida misma permanece como el misterio más grande. Un símbolo es un signo externo y visible de una realidad interna, espiritual. A medida que la mente se desarrolla y llega a ser más sensible, lentamente comienza a fusionarse y fundirse, en su identificación, con el Todo mayor. A medida que el punto de tensión espiritual es desarrollado y contiene y sujeta a la conciencia, comenzamos a ver el mundo del fenómeno de adentro hacia afuera y, por lo tanto – siendo la conciencia interdependiente con la existencia o con el modo en que uno existe – nuestra visión cambia de una que es modificada por el fenómeno, hacia una que observa a través de una conciencia interna, iluminada, reveladora. El reflector de la mente proyecta su haz de luz sobre el reino del fenómeno y entonces se lo ve como un calidoscopio de símbolos vivientes, velando hacia fuera pero revelando hacia adentro el Libro de la Vida, las realidades espirituales veladas por los símbolos. Por lo tanto, gradualmente uno desarrolla una conciencia unificadora subyacente a las relaciones entre partes con partes, partes con los totales y luego la conciencia sintetizadora de las partes en varios niveles simultáneamente dentro de los totales.
El nivel inicial del estudio de los símbolos revela a un mundo de significado a través de una comprensión conceptual y una búsqueda, la cual básicamente significa, ser capaz de ver la vida y vivir en términos de una corriente de símbolos reveladores y que, por lo tanto, existen varias experiencias u observaciones que tratan de enseñar. Todo ello debe ser contrastado con los objetivos básicos, propósitos y motivaciones de uno mismo, entonces si la motivación es altruista y de búsqueda espiritual, entonces lo que el símbolo está tratando de enseñar es retenido para contrastarlo con esos objetivos y el valor relativo de aquello que es revelado por medio del símbolo, dependerá de la naturaleza de la conciencia reveladora ya que tiene que ver con lo que uno busca saber.
Masonería y Símbolos
Cualquier forma externa organizada es la forma exterior y visible de una realidad espiritual, interna y subjetiva. La Masonería misma es un símbolo. Es la Logia en lo Alto la que es el impulso motivador y cosa simbolizada detrás de esta antigua institución simbólica. Una Logia Masónica es una réplica en miniatura de esta Logia divina, el Templo del Señor, eterna en los cielos. Una Logia Masónica es la expresión terrenal de un arquetipo celestial. Para repetir lo de secciones previas: Una Logia Masónica contiene en su simbolismo el ritual de la Deidad y el modo de salvación se encuentra pictóricamente preservado en su trabajo. Los métodos de la Deidad son demostrados en sus trabajos en el Templo y el trabajo avanza bajo del Ojo que Todo lo Ve. En la comprensión de su simbolismo vendrá el poder para cooperar con el plan divino. Es un símbolo de la condición invisible que puede ser penetrada, conocida y con la que se puede cooperar, pero para lo cual uno debe trabajar.
El patrón de verdad que subyace a las formas externas de la Masonería, incurren dos líneas principales de pensamiento:
- El desarrollo del Plan de la Deidad, revelado a través del simbolismo de los grados del trabajo de la Logia.
- El desarrollo del individuo a medida que progresa de grado a grado, llegando a dominar paso a paso el trabajo del Taller hasta que finalmente toma su lugar como Maestro exaltado.
Así, los rituales dramatizan esencialmente la evolución de la conciencia Crística (la conciencia del Alma) a medida que emerge por medio de la forma y gradualmente gana supervisión y controla sobre ella con el objetivo de manifestar divinidad en el plano físico.
Es este segundo punto, el cual es de interés para muchos y sobre el cual ha habido mucha especulación debido a que los ritos, las ceremonias e iniciaciones de la Masonería pueden ser consideradas como representaciones débiles y ensayos simbólicos de esas iniciaciones espirituales mayores a través de las cuales cada ser humano debe pasar oportunamente en su paso de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad antes de lograr finalmente su meta de Maestro exaltado, manifestando divinidad.
Es por ello que la totalidad del simbolismo Masónico, considerado como un todo, y en sus partes y todos, contextualmente comprendidos, añade a una suma mayor de luz reveladora a la comprensión de la mente iluminada, investigadora e infinita del Masón que verdaderamente está avanzando sobre sus pasos hacia el lugar de luz den una búsqueda genuina concerniente a la búsqueda Masónica de luz y comprensión espiritual. Por lo tanto, no lograremos mucho progreso ni comprensión de algo claramente al aislar pequeños pedazos y piezas del simbolismo Masónico.
No obstante, la Masonería es una enseñanza vívida en la que uno realmente participa y experimenta, primero como candidato y luego como participante en los ritos ceremoniales y dramas. Así, los símbolos y significados de los ritos Masónicos realmente cobran vida en su conciencia, no sólo como preceptos de esos ritos inicialmente como candidato y luego como participante, sino que también busca representar como un símbolo viviente, aquello que puede haber aprendido de aquellas ordenes hermosos y éticas por medio de su participación experimentada. Así, se dice bien que el verdadero Masón está siempre en activo en su comunidad.
Junto con todo el entrenamiento grupal que recibe y en el que participa, todo el modo de aprendizaje es elevado más allá de lo meramente académico y teórico, y el Masón llega a comprender que esa Experiencia Catedrática es de hecho el gran Maestro.